domingo, 31 de julio de 2016

Lovely Rita, autor Marcelo Silva.

Hace mucho tiempo atrás 1980 y tantos, todavía trabajando en mis enmarcaciones, con un local en Manquehue con Bilbao aproximadamente, en un local que se prestaba para el arte, y no se como me contacté con Marcelo Silva, un amigo escritor con muchos contactos con otros jóvenes que escribían cuentos y estaban en talleres de literatura, pensando en la posibilidad de llegar a escritores "hechos y derechos", reconocidos por todos los lectores de nuestro país.

Como esto es muy difiicil y complejo, cedí un espacio (creo que todos los viernes) para que jóvenes dedicados a la literatura expusieran sus trabajos, y así llegaron niñas que recitaban, otras que leían, todos mostrando lo hecho y nosotros disfrutando estos momentos agradables en buena compañía, tomando un café y conversando. Una cosa parecida a "las tertulias", que se hacían en tiempos remotos...




Como hoy tengo este espacio, y encontré un "fajo" de cuentos que venían en una caja, eran para la venta en el local, trascribiré algunos para que ustedes disfruten de estos cuentos, de jóvenes chilenos que llegaron a este local de Taller Miró, por aquellos años 80..




Estos cuentos en "cajita", los editó Ergo Sum, una referencia a la sentencia escrita por René Descartes en 1637, "Cogito, ergo sum", en latín significa "Pienso, luego existo".

Si tu Marcelo Silva, lees estos cuentos, comunicate conmigo...

Va el primer Cuento.

LOVELY RITA

Amable, encantadora Lovely Rita, hoy no estás como otros domingos, aún en cama, escuchando
radio o viendo la tele, pensando qué hacer , ahora vas por la calle taconeando rápida una mañana que se vuelve mediodía caliente, no escuchaste el despertador linda Rita, ya deberías estar allí mirándola, mirándote, por eso tu prisa, por eso tu corazón palpitando ansioso.

Te costó el dinero de años de trabajo en jornadas de doce horas, ahí en Matías Cousiño, cuidando parquímetros y relucientes motocicletas, mientras el frío del invierno cortaba tu piel en infinitas heridas que luego el calor del verano secó, pero, cautivadora Rita, no tienes dudas; fue necesario gastar todo aquel dinero, quizá seas la primera mujer, o más todavía, el primer ser humano en
hacerlo, es que tú maravillosa Rita  sabes de soledades, desde tu infancia vivida en aquel cité cerca de la Estación Central, y no quieres acabar como tu amiga Eleanor, que jamás supo a dónde iba, hasta terminar en olvido de la fosa común del Cementerio General.





Sabes que no habrá quien te recuerde cuando llegue el momento de tu partida; entonces primorosa Rita supiste qué hacer. Te detienes en el paradero, esperas, lejanas se oyen las campanas de la iglesia, la misma a donde fue tantas veces Eleanor a hablar con el padre McKenzie, llena de preguntas que no encontraron eco.

Eso no es ajeno a ti adorable Rita, aprendiste que la gente solitaria no tienq lugares ni respuestas.
Viene el microbús, lo detienes, subes; pagas y avanzas por el pasillo en medio de Igs miradas filosas de unas mujeres viejas y regordetas, y las de unos viejos que se reflejan gastadas en tus piernas, pero las miradas poco te importan agraciada Rita y, además, hoy estás de buen humor.

A todos quienes conocías preguntaste cuánto duraba el recuerdo: de dos a cinco años, no más por
lo habitual, a veces incluso menos, tú, en cambio, te recordarás por el resto de años que te queden de
vida, que aseguras serán muchos, tú no desaparecerás tan fácil en el anonimato al igual que Eleanor, o la gente que ves pasar á través de la ventana manchada del microbús.

Tu nerviosismo aumenta preciosa Rita a medida que la máquina te acerca al lugar, pronto lo divisas, la mayoría de los pasajeros se levantan de sus asientos, tú también añorada Rita, pero los muslos se te pegan en el plástico del asiento, pasas tus manos, dolor y de pie con tus piernas blancas manchadas de rojas marcas.

Desciendes, al fin llegas hermosa Rita, al fin.
Te diriges a un puesto de flores. Lovely Rita el perfume de las rosas te envuelve y lleva a innumerables verdes promesas que tú misma creaste, eres Maga, eres Mujer, eres Lovely Rita. Te arrodillas, dejas amorosa las rosas dentro del recipiente de greda y lees en la placa bajo la cruz: Rita Domínguez 1967...
Dejaste pagado, previsora y bella Rita, para que pongan, cuando corresponda, la otra fecha.

MARCELO SILVA
TALLER CRONOPIOS.

Nota de cf: Un alcance, Marcelo Silva estaba en Taller Cronopios donde su dueño era Juan Carlos Ferrero, que en el transcurso del tiempo, me lo encuentro junto a amigos que hoy he conocido, Juan Carlos (Q.E.P.D.) "Guardián de Tesoros", como fue indicado en el libro de Jose Osorio, Ricardo García un hombre trascendente. Alguien dijo: "el mundo es un pañuelo", con lo cual estoy de acuerdo...

Se han conservado las imágenes que vienen en el cuento, que corresponde a un tríptico, hecho en papel reciclable.

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